Uso del Lenguaje en Diabetes

Con frecuencia nos encontramos en entornos donde el uso de lenguaje no es del todo vigilado. Es innegable el derecho que tiene todo individuo a ser identificado como él o ella prefiera. Etiquetarse a sí mismo, apodarse, y nombrarse es una decisión propia que no puede rechazarse. Uno decide cómo quiere verse frente a los otros y, a pesar de que gran parte de la imagen que representaremos dependerá en gran medida de nuestras acciones y conductas, especificar la forma en la que prefiramos ser nombrados resulta algo muy sensato.

En el tema de la salud (tanto mental como física) siempre ha existido gran debate alrededor del lenguaje y las formas empleadas en los diagnósticos. De manera formal, la psiquiatría ha sido clara estudiando las consecuencias negativas de los diagnósticos clínicos formales en poblaciones infantiles y adolescentes y el estigma que muchas veces carga esta denominación formal.

Comprenderás, a estas alturas que cada condición tendrá no únicamente su tratamiento específico sino sus códigos de conducta y filosofía del lenguaje. Así veremos cómo en ciertas condiciones emplear la palabra “paciente” resulta familiar y apropiado mientras que en otras, como en la diabetes de sus distintos tipos, algunos grupos de activistas y voceros preferirán evitar ese vocablo.

Poco a poco, organizaciones civiles y grupos de representantes de otras condiciones se sumaron a redactar políticas de filosofía del lenguaje tras un esfuerzo motivado por el trabajo en 2012 de Jane Speight y Renza Scibilia en Australia y más tarde en los Estados Unidos por Jane Dickinson. Fue en 2017 que miembros del colectivo #diabetesLA siguieron la documentación y crearon su versión adaptada.

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2020 no solo trajo una pandemia, trajo que las voces de colegas voceros admirables liderados por la Asociación Diavida y Diabetes Latam crearan una versión adaptada del material original. Además, la presentación de estos materiales incluyó a miembros clave de la comunidad, entre ellos la Federación Internacional de Diabetes.

Los comentarios que leerás en la postura de uso de lenguaje no son capricho de un grupo de individuos, es resultado de la recopilación y estudio de posturas de muchas organizaciones y grupos representativos de personas con diabetes.


La guía resultante de este consenso y grupo admirable de trabajo puede descargarse haciendo click aquí.

https://www.idf.org/our-network/regions-members/south-and-central-america/south-and-central-america-news.html

Consecuencias negativas del uso inadecuado del lenguaje

Una etiqueta tan formal y acostumbrada en nuestra condición en el diagnóstico es la palabra “diabético (a)” desde la perspectiva emocional, al emplear este término de forma automática y sin meditar o planear, se centrará atención en el diagnóstico y etiqueta en vez de, en el individuo mismo o la persona.

Una etiqueta de esta naturaleza puede entonces definir, de forma negativa al individuo centrando atención en un problema específico (la condición) y minimizando las características personales de quien recibe el diagnóstico. La estigmatización es el resultado inmediato de una etiqueta de esta naturaleza. Recordemos sin embargo que habrá personas en quienes diferentes palabras no tendrán impacto negativo (y en otras tampoco positivo) pero que la modificación de nuestro lenguaje es una conducta respetuosa y cordial para aquellos que se incomodan con ciertos términos.

No únicamente el término diabético tiene tela para cortar, existen muchas palabras y expresiones que pudieran resultar agresivas para otros y que por ende, invitamos a evitar.

Insistiré en que estas sugerencias de modificación de lenguaje no fueron inventadas por un grupo de activistas en la red de la noche a la mañana. Es un tema estudiado y para el que hay evidencia publicada.

Hoy te invitamos a sumarte a este cambio. Educación en las condiciones que llevan los individuos en nuestro entorno para una armonía plena.

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