Trapecios.

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En una de mis clases de esta semana, me leyeron esto que espero tenga tanto impacto en tu día, como lo tuvo en el mío. Feliz inicio de semana.

“A veces, siento que mi vida es una serie de trapecios. O estoy colgando de una barra de trapecio balanceándome o, por unos momentos, estoy en un espacio de tiempo entre las barras de trapecio.

Principalmente, paso mi tiempo colgando de la barra del trapecio del momento. Me lleva a lo largo de un cierto ritmo constante del balanceo y tengo la sensación de que tengo el control. Conozco la mayoría de las preguntas e incluso algunas de las respuestas correctas. Pero de vez en cuando, mientras me balanceo alegremente, o no tan alegremente, miro hacia delante en la distancia, ¿y qué veo?

Veo otra barra de trapecio mirándome. Y está vacía. Y tiene mi nombre. Y sé, en ese lugar en mí que tiene respuestas, que este nueva barra tiene mi nombre. Es mi próximo paso, mi crecimiento, mi vitalidad que viene por mí. En el fondo de mi corazón, sé que para crecer, debo soltar la barra actual del presente en la cómoda barra y pasar a la siguiente.

Cada vez que sucede, espero, más bien rezo, no tener que agarrar esta barra nueva. Pero en mi lugar de conocimiento, sé que debo soltar totalmente mi agarre en mi vieja barra, y por algunos momentos en el tiempo debo lanzarme a través del espacio antes de poder agarrar la nueva barra. Cada vez que hago esto, me invade el terror. No importa que en todos mis obstáculos anteriores siempre lo haya logrado.

Cada vez que tengo miedo de fallar, me da miedo caer contra rocas invisibles en la cuenca sin fondo entre los barrotes. Pero lo hago de todos modos. Debo hacerlo. Quizás esta sea la esencia de lo que los místicos llaman fe. Sin garantías, sin red, sin seguro, pero lo hacemos de todos modos porque de alguna forma aferrarse a esa vieja barra deja de ser una una opción. Y así, por lo que parece ser una eternidad pero en realidad dura un microsegundo. Me elevo a través del vacío oscuro llamado “el pasado se acabó; el futuro aún no está aquí ". Se llama transición. He llegado a creer que es el único lugar donde se produce un cambio real.

Tengo la ligera sospecha de que la zona de transición es lo único real, y las barras son las ilusiones que inventamos para no notar el vacío. Sí, con todo el miedo que puede acompañar a estas transiciones, siguen siendo los momentos más vibrantes, llenos de crecimiento y pasión de nuestras vidas. Y entonces la transformación del miedo puede no tener nada que ver con hacer que el miedo desaparezca, sino más bien con darnos permiso para “pasar el rato” en la zona de transición - entre las barras del trapecio - permitiéndonos morar en el único lugar donde el cambio realmente ocurre.

Puede resultar aterrador. También puede ser esclarecedor. Al atravesar el vacío, es posible que aprendamos a volar.

Extraído de Warriors of the Heart por Danaan Perry.

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