Elegir mis palabras. Capítulo 1.
La forma en la que nos expresamos dice muchísimo de nosotros. La forma en la que hablamos y nos movemos es representativa de quienes y cómo somos. Las palabras que elegimos tienen historia, las aprendimos, o las copiamos, o las adoptamos. Los gestos los vimos, los adquirimos, los hicimos propios. Y así poco a poco vamos creando la persona que somos y la persona que creen los otros que somos también.
Hablar de enfermedad es muy difícil. Especialmente para aquellos quienes jamás se han enfrentado en cuerpo y carne propia o en la de un ser amado con una condición crónica. Claro, sabemos lo que es enfermar de resfriado, del estómago e incluso hoy en día de Covid-19. Usamos la palabra “enfermos" con una connotación negativa y lo hacemos conscientemente. A propósito.
Pero, incluso cuando hablamos de Covid-19 (e inevitable agregar en estas líneas a las condiciones de salud crónicas). Sabemos realmente el impacto que tienen nuestras palabras en los otros? Sinceramente creo que no nos hemos detenido a pensarlo más de 10 minutos jamás y francamente creo que es algo que podríamos aprender todos cuando estamos creciendo. Qué respondes cuando alguien te platica, porque quiere ser escuchado, que vive con una condición crónica, o que perderá la vida pronto, o que tiene Covid-19 y está asustado. Sí, no me juzgues duro, son situaciones diferentes pero verás hacia dónde me dirijo en breve.
Tendemos a hablar y a responder tan rápido y de forma tan automática que muchas veces no nos detenemos a hacer una pausa y procurar no lastimar al otro. Y henos aquí en una lista breve de consejos para ti y también para mí.
Dios santo qué terrible.
Imagínate que eres diagnosticado (o una persona a la que amas es diagnosticada) con una enfermedad que te asusta mucho, entiendes poco pues no hace mucho recibiste tu diagnóstico y estás intentando trazar tu plan (y de reorganizar tu vida). Te sientes perdido, triste y muy solo. Decides tomar el teléfono y contarle a alguien para que te lea, escuche y de ánimo. Cuando acabas de contar lo que pasa te responden algo como. Dios mío, qué horrendo, pobrecitos, deben estarse sintiendo fatal y perdidos.
¿Qué no es obvio que quien lo cuenta se siente mal? Qué no resulta obvio que no necesita sentirse peor sino que necesita hombro, mano, abrazo amigo, oído y escucha?
Qué tal responder algo como: Me apena mucho lo que estás pasando ¿cómo puedo ayudarte?
Con ese cambio en tu discurso abrirás muchas posibilidades y no sumarás tristeza, al contrario, quizá alivies carga. Quizá ayudes a encontrar respuesta y sobre todo brindarás ese confort tan. necesario en momentos tan pero tan complejos.
Este cambio de discurso viene bien en a) condiciones de salud b) divorcios c) anécdotas de hijos rebeldes d) en época actual Covid-19.
Algo mucho más útil
En una entrada similar ya había yo expuesto lo terrible que me parece cuando alguien me pregunta cómo voy cuando enfrento una situación complicada. Preguntar cómo vas no implica ni la más mínima intención de apoyo y ayuda. Espero que la situación que enfrentabas haya mejorado, no dudes en hacerme saber cómo puedo ayudarte . Es mucho más útil.
Al final del día, somos nosotros los adultos quienes enseñamos a nuestros hijos a ser prudentes y a comunicarse de mejor forma con los otros. Espero que tú, al igual que yo, esté listo (a) para ayudar a otros más jóvenes a aprender a ayudar también con las palabras.