Del amor que no me tenían mis padres

El ser humano hoy en día no está acostumbrado a que el otro se comporte o piense distinto. Siempre, ahora con el poder y la valentía que nos dan las redes sociales, discutimos abiertamente con el otro. Ofendemos con mayor facilidad tras la pantalla y sentirse ofendido también resulta menos complejo. No, el individuo promedio no es prudente. No, al individuo promedio no le gusta el debate.

Durante mis estudios universitarios para perseguir el título de licenciada en Psicología conocí personas fascinantes. Mi mejor amiga durante ese periodo fue una mujer un par de años mayor que yo, cuyos hijos eran un par de años mayores que el mío. Ella era, más bien dicho es, emprendedora, tiene un negocio exitoso y tiene otros estudios. Es una mujer que lee, que sabe de política, de temas triviales para una conversación interesantísima, que conoce de la vida, que procura a los otros. Además es experta en meditación, yoga y otras cosas. Ella es una mujer fantástica y muy pero muy culta y estudiada.

Biocodificación y mi salud emocional

Gracias a ella tuve la oportunidad de leer, más bien hojear un libro que hablaba de la biocodificación. Ese libro nos regaló horas de debate. Ninguna ganó pero el debate fue interesantísimo. Sí, seguimos siendo amigas pero no, ya no se menciona la biocodificación en mi presencia.

La biocodificación, de acuerdo con Google y francamente no quise ya leer ninguna fuente dando por hecho que ninguna sería fidedigna es una propuesta curativa natural de moda (alega ser efectiva) para ayudar al cuerpo a recobrar la salud.

Creo ser alguien que conoce sobre el impacto de la salud emocional en la salud física. Estudié psicología, leo mucho sobre el tema pues me parece apasionante y lo he visto con mis propios ojos además de que, por supuesto, vivo con una condición crónica.

He visto cómo la depresión puede hacer que una persona pierda el estado de salud general. He visto también cómo esta misma depresión puede hacer que las personas se sientan solas, inservibles y se enfermen con más frecuencia que otras. Sin embargo, a pesar de que conozco este impacto importante en nuestra salud física, creo fervientemente en la evidencia clínica

¿A dónde voy? ¿Siempre me desvío verdad?

A mí si me incomodan estas publicaciones y voy a explicarte por qué.

El amor de mis padres no se cuestiona. No, no tengo que explicarle a nadie y esta sería una batalla perdida pero, si fueras padre o madre que ama a un hijo con diabetes te sentirías igual de indignado.

La diabetes, de acuerdo con años de investigación , tiene distintas causas. La diabetes tipo 1 en especial tiene un origen autoinmune que no TIENE ABSOLUTAMENTE nada que ver con si eres amado o no. Yo no soy un niño herido. No soy dulce, tampoco soy tremendamente afectiva pero brindo apoyo y hombro cuando puedo y amo a mi familia tanto o más de lo que se que ellos me aman a mi.

Se que mucha gente lee sobre biocodificación pensando que es la verdad absoluta y emite juicios lejanos a lo que la evidencia de años de estudio nos han mostrado. Esta gente, cuando es un profesional de la salud cometerá más errores que quien cree que puede ser posible que la salud emocional tenga impacto en la física pero que al sistema autoinmune le vale un absoluto pepino si te vestiste hoy de verde o naranja.

Si eres uno de esos que se sintieron incómodos al igual que yo te tengo 3 consejos.

1. Peleas perdidas: Con los años entendí que, especialmente cuando de diabetes se trata, habrá peleas totalmente perdidas. Aquí vamos a perder nosotros. Esta es una tarea que NO vale la pena. Sigamos eso sí, educando en diabetes a nuestro entorno, así habrá menos Jorge's que crean que todos fuimos niños abandonados cuyos padres nunca los quisieron.

2. Se vale: Se vale enojarse, y se vale reclamar. No se vale ofender. Seamos inteligentes, explicar y educar aprovechando el momento.

3. Perdona: No tiene la culpa de emitir un juicio tan desafortunado alguien que no sabe lo que habla. Seguramente, si intento hablar de ingeniería y programación en mysql la voy a regar, no se nada al respecto. Perdona a quien no sabe. No es su obligación saber.

Después de todo este breviario sigo esperando conocer a quien hizo esta publicación. No, no voy a hacer otra cosa sino explicarle y quizá entonces él me explique a mi y podamos debatir con un rico café donde además, ninguno poseerá la verdad absoluta y seguro no lleguemos a nada.

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