De la comida y otros males mundanos
Muchas veces la agresión viene sin intención de ser agresión de quien menos te lo esperas. Y es que muchas veces no somos capaces de pensar antes de emitir discurso. A mi me pasa con más frecuencia de la que me gustaría y por un momento mi reto del optimismo tuvo un efecto interesante y me ayudó con este manejo de mi discurso. Sin duda un reto que tengo que practicar al menos algunas veces al año.
En conversaciones recientes, una persona muy cercana a mi se expresó molesta sobre la forma en la que me expreso y me comporto cuando de alimentación se trata. Y aunque me pareció una forma de expresarse tremendamente hiriente, entiendo un poco el punto y el mensaje de trasfondo pero me interesó escribir una nota al respecto porque se que probablemente tú te hayas encontrado en una situación similar o que quizá (espero que no) te encuentres un día en alguna situación parecida.
"La comida contigo es un problema.” se dijo.
Es verdad. Es un problema. Intentamos muchas veces disfrazar las cosas y ponerles nombres distintos: es un reto, solo requiere de unos cuántos cálculos, solo hay que tener precaución, es un acertijo, vaya, tenemos muchas palabras para disfrazar que lo que realmente es es un problema. Y los problemas no siempre son motivo de llanto y tristeza pero son cosas que hay que trabajar para encontrar solución, estas de acuerdo? Sí, la comida conmigo es un problema. No siempre explicamos lo muy complicadas que son algunas cosas de nuestro manejo para no “agobiar” a los demás y nuestro entorno pero, cuando las personas que no viven con DT1 comen, abren la boca y mastican. Nosotros hacemos algo como lo que sigue
¿Qué iré a comer hoy, creo que hay X en mi alacena. Cuántos carbohidratos tiene eso?
¿Tiene grasa y proteínas?
¿En cuánto está mi glucosa en estos momentos?
Pero, ¿hacia dónde se dirige mi glucosa?
¿Iré a hacer ejercicio más tarde?
¿Voy a manejar?
Listo, esto tiene xx carbohidratos, pero, ¿será que necesito un bolo dual? ¿cuadrado? ¿normal?
¿Aplicaré este bolo 10 minutos antes? ¿20?
Es cierto, es un problema ja, ja. un problema matemático principalmente pero si de pronto parezco obsesionada con los alimentos es porque es una de las muchas cosas que tendrá SÍ o SÍ un efecto en mis niveles de glucosa en sangre que directamente tienen un efecto en mi calidad de vida, es más, en mi estado de ánimo inmediato.
Así es que, si parecemos obsesivos con la comida es porque quizá hemos desarrollado habilidades y estrategias para mantenernos a salvo que nos harán analizar detalladamente cada cosa que ingeriremos. Al final aprendemos a hacerlo hasta en silencio y mientras tú platicas algo nosotros mentalmente y en silencio ya hicimos estos cálculos pero, es verdad. Algunos, no todos, estamos totalmente obsesionados y francamente nos funciona muy bien.
Si alguien hiere tus sentimientos sin querer como fueron heridos los míos te tengo unos consejos.
Explica. A mí me funcionó dar una explicación. Me dio mucha tranquilidad a mí. A la otra persona no lo sé pero, me la dio a mí. Yo no decidí (nadie decide) vivir con diabetes tipo 1. No decidí (un poquito tal vez) obsesionarme contando carbohidratos minuciosamente para mantener mi glucosa lo más cercana al objetivo que deseo. No soy quisquillosa por sangrona, soy quisquillosa porque quiero eliminar las probabilidades de tener un circo de glucosa que interfiera con mis actividades y mi estado de ánimo.
Pide disculpas. Te pido una disculpa pues seguramente te incomodan mis comentarios sobre lo que tú vas a comer. En mi defensa, he tenido que aprender datos curiosos sobre los alimentos que me gusta compartir pero comprendo si no quieres escucharlos.
Negocia. Cuando vaya a comer contigo prometo mantener mis comentarios al margen sobre tus decisiones alimentarias. Tú decide tus alimentos, yo decidiré los míos.
Pide empatía. Yo pensaría que esto no se tiene que pedir, pero, hay veces en las que es necesario. No crean que no se nos antojan las cosas que ustedes comen como si no hubiera manana. Incluso a quienes seguimos dietas extrictas nos gustan las donas. Todo mundo sabe cuánto me gustan! Y aunque de ninguna manera pediría que todos comieran igual que yo, pues entiendo la individualidad, espero que comprendas si no quiero esta vez acompanarte a comer algo que yo no quiero comer para no estropear mi esfuerzo.
Antes de que me avienten jitomates, se que muchos pensarán “Ay que Mariana, si podemos comer lo que queramos” recuerden que todos somos distintos y que esta diferencia también incluye las formas en las que nos alimentamos, y también la forma en la que nos obsesionamos.
Seguiré reportando con el corazón un poco roto.