Se positivo
Esta entrada es de las que “ay cómo me ha costado trabajo escribir” pero, justo ese trabajo que me está costando tiene relación con lo que he aprendido en las últimas dos semanas. Heme ahí un día durante una pandemia pensando en que ya no había más fondo que ese fondo que ya me sentía tocando. Estaba todo el tiempo triste, ansiosa, mi estilo de vida era todo menos saludable, no salía a correr por diferentes pretextos y al caminar tardaba tanto tiempo viendo las flores que no ejercitaba más que ojos, y quizá la cámara de mi teléfono.
Mi mentalidad pandémica
Justo en medio de la pandemia tuve discusiones con amigos (que al final perdí). mi matrimonió cayó en un agujero, mi trabajo era más estresante que nunca y además de todo eso tenía que lidiar con el manejo de una condición de vida (como siempre digo, muy compleja) las 24 horas al día generándome una frustración infinita.
Por si fuera poco el miedo que le tengo, aún hoy en día a la pandemia, no me dejaba dormir, mis padres se encontraban lejos, enfermó mi abuela y en medio de todo ese caos y a pesar de estar rodeada por más de 7mil seguidores en una cuenta de facebook y manejando otras de al menos 80 mil me di cuenta de que me sentía totalmente sola. Absolutamente sola.
Como si no hubiera tenido absolutamente nada que hacer, cursaba mi quinto semestre de la licenciatura en nutrición y al mismo tiempo buscaba histéricamente ( no hay otro adjetivo para eso) certificarme en tantas cosas como me fuera posible como si tuviera la necesidad de demostrarle algo al mundo.
Un día tiré la toalla y decidí, renunciar a todo. Lo más doloroso quizá fue renunciar a amistades y reconocer tras el análisis de muchas cosas que uno culpa siempre a los otros sin reconocer la propia. Reconocí la mía, pero también me reconocí traicionada y totalmente abandonada y así fue que también a eso renuncié. A todo, el mismo día.
Para mi, dejar la escuela ha sido siempre algo impensable. Generalmente termino lo que empiezo pero ese día renuncié a eso también.
Y entonces hice click
A las pocas semanas, como hubiera yo googleado algo sin querer me encontré con la palabra "coach". Y, quien me lee sabe que siempre he sido dura con ese término, como he sido también dura siempre con otros términos y, quizá porque en mi experiencia laboral (y de la personal mejor ni hablamos) mi encuentro con los coaches había sido muy negativo es que yo tenía una percepción errónea. Bueno, ahora se que era errónea.
Y entonces hice click. Y entonces, decidí despojarme del no y aventurarme en el sí. Me inscribí. Tengo que reconocer que para mi eso fue un paso importante para dejarme por un lado de prejuicios, por otro para comprender pero, en la primera sesión de este programa de coaching nutricional la persona que dió la sesión, un médico escritor renombrado, experto en salud, investigador claramente dijo “como coaches en nutrición no deberíamos jamás intentar reemplazar al nutriólogo, queremos ayudar y ser una pieza de un equipo multidisciplinar que ayudará a otros a alcanzar sus metas de salud y a encontrar formas de trabajar en su alimentación. Pero no solo aquella que está en el plato”.
Boom.
Y entonces empecé un proceso. Pensarás que empecé un proceso de aprendizaje pero en realidad el aprendizaje fue personal. Y claro que no puedo esperar para poder ayudar pronto a otros a pasar por reste proceso.
Así que antes de que mueran aburridos quiero advertirles que les iré platicando. Y hoy esta entrada es sobre uno de los temas que más me atraparon.
Cero negatividad. ¿Es eso siquiera posible?
Harville Hendrix Ph.D. y Helen LaKelly Hunt Ph.D. son terapeutas especialistas en matrimonios, sí, sí los más símpáticos psicólogos que conozco son terapeutas familiares, y bueno, ese es un dato que no venía al caso pero, ellos han publicado como matrimonio una serie de recursos para ayudar a las parejas a ser más felices en sus matrimonios.
Como mi propio psicólogo lo expresa y lo expresan Hendrix y Lakelly, cuando dejamos atrás la etapa de romance comienza, muchas veces la etapa de la lucha de poderes. Y es esa la etapa donde culpamos al otro, tratamos de cambiarlo y esperamos que “sean más como nosotros".
Bueno pero, para no hacerles el cuento largo, aunque este es un tema que me tiene fascinada y del que podemos platicar cuando ustedes quieran estarán quizá de acuerdo conmigo en que eliminar toda la negatividad de nuestras vidas es muy, pero muy difícil.
Estos expertos, entre otras cosas grandiosas que han puesto a la disposición de otros, se dieron a la tarea de crear un reto de 30 días sin negatividad. Debes saber que no llevo ni diez y ya estoy impactada con los resultados. No, no lo he logrado del todo pero estoy segura de que la práctica hará al maestro y lo poco que he logrado como avance me ha parecido increíble y fascinante.
Las palabras
Las palabras tienen impacto en lo que sentimos y cuando las expresamos en lo que sienten los otros. Las palabras hirientes pueden generar ansiedad y estas pueden generar a su vez una respuesta defensiva. ¿Qué pasaría si intentáramos expresarnos de forma positiva? ¿Qué pasaría si intentáramos por 30 días cambiar la forma en la que expresamos las cosas, la forma en la que hablamos de nosotros y de los otros?
Aunque este es un ejercicio para parejas me pareció fascinante también la posibilidad de aplicarlo en nosotros mismos así que aquí una modificación sutil esperando que te resulte tan pero tan útil como a mi.
1. Autorreflexión: recuerda que el objetivo no es reprimir los sentimientos detrás de nuestra pensamientos y comportamientos negativos, sino más bien analizar lo que realmente son: una señal de advertencia de que algo necesitamos trabajar en nosotros. Cuando creas tener un pensamiento o una emoción negativa detente a pensar “Aquí estoy, volviendo a tener pensamientos críticos sobre mi, sobre mi trabajo, sobre x persona . ¿Qué dice esto sobre mi? ¿Qué estoy haciendo o no haciendo ahora que alimenta este pensamiento negativo? "
2. Meta realista: Empieza con un día a la vez, cero palabras o expresiones negativas sobre otros por un día, fue mi primera misión. Lo logré del todo? no pero encontré que la forma en la que expresé lo que pensaba sobre muchas cosas a mi alrededor cambiaba incluso la respuesta de quien me escuchaba. Cambié el “ash, me choca que” por "me hubiera gustado que”. Cambié el “qué barbaridad por qué hizo eso” por "no comprendo porqué lo hizo pero espero que le vaya muy bien”. Esos cambios mínimos tuvieron un gran efecto en mucha parte de mi día.
3. Mensajes absolutistas: Cambié de “siempre discutes, siempre alegas, siempre me criticas” por “creo que si lo platicáramos de otra forma nos sentiríamos ambos mejor”.
Empieza con estos tres, te prometo que puedes cambiar tu día, y te prometo también que puedes cambiar el día de otros.
Y qué tiene que ver con diabetes que es siempre el tema central de este blog, te preguntarás. Intenta este mismo ejercicio también pensando en diabetes. Te prometo que no vas a arrepentirte.
Si te gustó esta entrada, que es diferente, házmelo saber. Prometo compartir más.