Mi mamá tenía súper poderes

Mi mamá era un poquito regañona. Si le preguntan a ella dirá que no pero yo recuerdo que sí. Estoy segura de que era menos regañona que yo, pero también estoy segura de que lo hacía por la misma razón que yo.

”Come tus verduras, guarda tus zapatos, alza tu recámara, lávate los dientes” y es que cuando uno es niño es inevitable hacer muecas luego de oír eso una y otra vez.

Yo soy la recipiente de muecas hoy en día y todas las mañanas repito las mismas frases:

“Ya es tarde, date prisa, acaba tu desayuno, ¿ya tendiste tu cama?” ser mamá aveces es físicamente cansado.

“Ya son las 6 am, ¿dónde habré puesto ese uniforme?”

“Ya son las 3.30 pm. Ya va a salir de la escuela, debo apurarme”

“Ya son las 5.45, ¡date prisa, ponte esos tennis que empieza el entrenamiento!”

“Ya son las 9.30, se que estás cansado, apura a bañarte para que cenes y puedas descansar”

“Ya son las 12pm ya puedo sentarme, pero ¿y si mejor guardo esos calcetines?”

Luego cuando uno cree que no puede ser más cansado la vida nos sorprende y nos agradece lo que hacemos en colores y disfrazados de carta de San Valentín y ni hablar del Festival del Día de las Madres donde uno sabe que pase lo que pase, baile lo que baile, recite lo que recite, será el mejor y el niño más hermoso. Claro, los hijos, que sentimiento más grande de orgullo.

Mi mamá era la mamá que jamás se habría perdido un festival escolar. Ella siempre estaba ahí, en primera fila. También siempre era la primera a la hora de la salida. No importaba si se sentía mal, si le dolía la cabeza o si había tenido que ir a buscar algo. Ella siempre era la primera. También era la primera en llegar corriendo luego de un pequeño sismo y por supuesto no tardaba más de 10 minutos en llegar a la escuela si había necesidad de que el departamento de “enfermería” le llamara por algo.

También era la primera en salir en mi defensa. Yo sabía con frecuencia que había hecho mal “sí, le pegué, me estaba molestando” “sí, me salí de la fila, vi llorando a mi hermano”. Y claro, ella de inmediato respaldaba cualquier decisión por más absurda que hubiera sido.

A mi mamá no sólo le tocaron estas cosas que me tocan a mi todos los días: la tarea, el uniforme, las calcetas, tengo sed, tengo calor, tengo frio, se me olvidó que tengo que llevar un….

A ella le tocó ser mamá de una niña con diabetes. ¡Válgame Dios! en aquél entonces eso sí que debió haber sido complicado.

Y entonces además de todo este cansancio indescriptible ella tuvo que sacar capas y trajes de Calorie King, Monitor Continuo de Glucosa, curso avanzado de Joslin y en psicólogo y educador en diabetes. Sí mi mamá tenía distintos disfraces. Y es que algunos niños sueñan que sus papás son superman o batman. No hombre, mi mamá tenía miles muchos más super poderes.

Y sí, disculpen que les quite la ilusión pero, si ustedes creen que sus mamás les enseñaron a ser grandes es porque no tuvieron una mamá como la mía: que me enseñó a ser persona, con mis múltiples defectos pero me enseñó a tomar la vida como es, me dio herramientas y valentía para vivir muchos años y un día con suerte convertirme en super heroína como ella.

¡Gracias mamá! Feliz 10 de mayo.

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